viernes, diciembre 02, 2005

Cuaderno del domingo, El Periódico (Barcelona)

Trotamundos solidarios
UN GRUPO DE JÓVENESINTENTA MEJORAR LAS FORMAS DE COOPERACIÓN.
DOMINGO, 23 DE OCTUBRE DEL 2005
En 1492, el navegante Cristóbal Colón atracó sus tres carabelas en las playas de una tierra extraña. En 1566, el explorador español Juan Sebastián Elcano completó la primera vuelta al mundo, en su búsqueda de una ruta alternativa hacia las Indias. Y en 1873, un inglés ficticio llamado Phileas Fogg repitió la hazaña en tan solo 80 días. El primero descubrió América. El segundo demostró que la tierra es esférica. Y el tercero ganó 20.000 libras y acabó de encumbrar a su famoso creador: Julio Verne.

Hoy en día, cuando parece que no queda nada por descubrir ni demostrar, y cuando 20.000 libras no dan ni para el primer plazo de la hipoteca de una casa, se da la vuelta al mundo por otros motivos. Los unos lo hacen por placer, y a otros les mueve un impulso solidario de viajar, ver, conocer, trabajar, ayudar y si es posible, mejorar algo. Con 8.000 euros, los cinco viajarán durante nueve meses por los cinco continentes

El grupo de jóvenes Rodamons (www.elsrodamons.org) son sólo uno más de estos colectivos de gente solidaria y con energía. Carlos, Dani, Miki, Israel y Moisés partieron el 9 de octubre del aeropuerto de El Prat e iniciaron un viaje de nueve meses que les llevará por los cinco continentes. Su objetivo es claro: «Incidir de forma práctica y real en lo que pasa en el mundo», explica Miki.
Después de 10 años colaborando con ONG, opina que la forma de mejorar las cosas no es a través de un «grupo reglado», sino que «hay que presentarse en el lugar del conflicto, pararlo y crear un precedente».

En consecuencia, idearon un proyecto que consistía en buscar «pequeñas iniciativas» por todo el mundo, contactar con sus organizadores y después
visitar el lugar y estudiar el problema en primera persona. En este caso, su forma de incidir en el conflicto será recopilando información e imágenes con las que elaborarán un documental que servirá como «altavoz» de estos proyectos, cuando vuelvan a casa.

Uno de los mayores problemas, sin embargo, fue decidir qué lugares del mapa visitar y cuáles no. Algunas de las escalas del viaje venían fijadas por los temas a tratar: Andalucía (inmigración); Etiopía (hambre); Palestina (religión); China (derechos de la mujer); Australia (ecología y sostenibilidad); San Francisco (lucha contra el imperialismo) y Brasil (educación e infancia). A partir de ahí, todo iba condicionado «por el dinero, el transporte, los visados,
Las condiciones de cada país, como, por ejemplo, algunos que no dejan entrar a mochileros», enumera Israel. «Tenemos un mapamundi lleno de agujeros de chinchetas, por todas las veces que hemos tenido que cambiar la ruta –prosigue Miki–. En África, por ejemplo, ha sido un caos encontrar dos países fronterizos que nos dejaran pasar».

Transportes y precio

Para desplazarse utilizarán todo tipo de medios de transporte: autobús, tren, avión, ferry, camión stop... En total, la experiencia les costará a cada uno 8.000 euros que aportarán de su bolsillo, de una posible subvención de la Generalitat que todavía no ha llegado. Sólo el transporte ya les cuesta 3.000 euros, y con los otros 5.000 subsistirán durante nueve meses, a razón de 18 euros al día para cada uno.

Más allá de lo material, está claro que también pagarán un precio personal por la experiencia. En especial Carlos, que deja en Castelldefels a su mujer y a sus tres hijos. Francés de nacimiento, fue militar profesional hasta que viajó a Costa de Marfil en 1991, durante la Guerra del Golfo. «Allí descubrí otra faceta que me sedujo bastante, la de una visión más cooperativa que de asistencia. Dejé el Ejército y me fui a Honduras con unos misioneros durante un mes», explica. Ahora, que es transportista y está casado, afirma que «siempre ha quedado claro que podía pasar esto. Es un shock, pero también entra dentro de la tolerancia. Casarte no significa respirar el aire del otro toda la vida».

Charla productiva

A su lado, Miki sonríe. Él fue quien, en noviembre del año pasado, después de una larga conversación con un sociólogo que recorre el mundo haciendo fotografías, decidió llamar a Carlos para preguntarle «cuánto tiempo estaría dispuesto a pasar sin su hija de 4 años». Después habló con su compañero de piso, Daniel, y con su sobrino, Moisés que accedió sin pensárselo. Israel, el hermano de Dani, no tardó en apuntarse a la aventura. Algunos ya arrastraban un pasado nómada. Además de la experiencia de Carlos en Honduras, Miki estuvo en Senegal en 1993, colaborando en la lucha contra el cólera, e hizo de escudo humano en Irak poco antes de la guerra, en febrero del 2003. Dani también estuvo en Irak, y trabajó como cooperante en Nicaragua junto con Moisés. Israel, ha colaborado en pequeños proyectos a nivel local.

A pesar de todas estas experiencias, con este viaje buscan «enriquecerse, crecer como personas y conocer otras culturas», dice Moisés. Por su parte, Carlos destaca que «cuando viajas el tiempo adquiere otra dimensión. Tienes tiempo para hablar y constantemente, las 24 horas del día, vives algo nuevo». La receta del proyecto, pues, lleva solidaridad, ilusión, esfuerzo, y comprensión ajena.